Educación, vínculo emocional, nutrición e inclusión son elementos indispensables en el nuevo paradigma de tenencia responsable en la sociedad actual.

Ana Chinarro, directora general de Dingonatura

En España, uno de cada tres hogares convive con al menos un animal de compañía y, en conjunto, hay identificados más de trece millones de animales de compañía, según los registros de las comunidades autónomas. En este contexto cada vez más marcado por una creciente sensibilización de la ciudadanía por los derechos de los animales de nuestro entorno, surge la necesidad de abordar la tenencia responsable de estos seres, de modo que la sociedad sea partícipe del objetivo de garantizar la protección de todos los animales en general y a su vez, de forma particular, de los animales domésticos que conviven con nosotros.

La tenencia responsable se relaciona con el conjunto de obligaciones que deben asumir los responsables de los animales para asegurar su protección y bienestar, siempre teniendo en cuenta sus necesidades etológicas y fisiológicas. Este es uno de los pilares incluidos en la recientemente aprobada Ley de protección de los derechos y el bienestar de los animales. Aunque no entrará en vigor hasta pasados seis meses (es decir, en septiembre, teniendo en cuenta que se publicó este 29 de marzo en el Boletín Oficial del Estado), sus disposiciones ya están empezando a surtir efectos, y tanto las Administraciones Públicas como el conjunto de la sociedad debemos comprometernos con el objetivo común de fomentar la tenencia responsable y prevenir el abandono y maltrato de animales en nuestro país.

De este modo, la tenencia responsable debe entenderse integrada por cuatro grandes factores: la educación, el vínculo emocional, la nutrición y la inclusión.

Los dos primeros elementos son imprescindibles si hablamos de una convivencia sana y respetuosa con nuestros compañeros de cuatro patas. Educación y vínculo emocional siempre van de la mano. Si nos basamos en una educación responsable podremos establecer un vínculo emocional con nuestro perro o gato, entre otros, que repercuta positivamente en nuestro modo de vida. Se trata además de un vínculo bidireccional: nuestros compañeros nos aportan muchos beneficios a nivel emocional, y nosotros también tenemos que aportar a ellos la seguridad y calidad de vida que ellos necesitan.

Para ello resulta fundamental hablar y trabajar la tenencia responsable desde las primeras etapas educativas, desde la escuela. Si abrimos las puertas de los centros educativos también estaremos abriendo la conciencia y el respeto de los más pequeños hacia el mundo animal, ayudándoles a comprender mejor su forma de vida y sus necesidades. A través de la formación de valores que propicien el respeto hacia su condición de seres que sienten y que deben ser tratados con respeto (poniendo especial atención en no caer en la humanización de los animales), lograremos mejorar ese vínculo que se fortalecerá cada vez más y que repercutirá en beneficios a todos los niveles y en todos los ámbitos de la sociedad.

Por otra parte, procurar una nutrición adecuada también forma parte de una tenencia responsable y de calidad. En las últimas décadas, nuestro objetivo como compañía especializada en alimentación natural para perros y gatos es que nuestros animales vivan con nosotros con las mejores condiciones de salud posibles. Ante esto debemos tener en cuenta y conocer sus necesidades nutricionales y elegir productos con los nutrientes necesarios y en la proporción y dosis adecuadas, según la etapa de su vida o su estado concreto, como puede ser la gestación o lactación. Así, una nutrición responsable influye de forma decisiva en la tenencia responsable de animales de compañía.

Asimismo, la interdependencia de todos estos factores no podría entenderse sin la necesaria inclusión de los animales de compañía en nuestras ciudades, pueblos y entornos más inmediatos, respetando y protegiendo sus derechos y bienestar. Este último pilar debería ser considerado por las instituciones públicas, en el diseño de nuevos planos urbanísticos para conseguir entornos rurales y urbanos más inclusivos con las personas y con los animales de compañía.

En definitiva, la tenencia responsable de animales de compañía debe suponer un compromiso compartido entre todos los agentes sociales para su cuidado en el transcurso del tiempo, así como el fomento de la integración de los animales en la sociedad y la prevención del abandono.

 

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